Hola chicos!
Pues bueno este fic se lo habíamos prometido a varias personas. Por fin puedo subir este primer capitulo de la historia que escribimos Ume y yo hace algún tiempo. En verdad le tenemos mucho cariño a este escrito y disfrutaremos mucho compartiéndolo. Esperemos que les guste. Son buen recibidas las críticas, comentarios y demás.
Los personajes por el momento son todos de nuestra creación. Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.
Agradecemos su lectura y esperamos que puedan llegar a apreciar esta historia tanto como nosotras mientras escribíamos y planeábamos nuevas escenas.
Con cariño, Umy y Ume.
"Kagami no Akai Sora"
Era una noche sin estrellas. La luna estaba cubierta de nubes que ocultaban su plateada luz. Comenzaba el mes de Octubre y con este, el apogeo del frío otoño. Un auto de lujo se acercaba por el sendero que llevaba a aquella mansión, que desde hace mucho tiempo había permanecido deshabitada. Una vez recorrido el largo camino hasta la entrada principal, tres figuras bajaron del auto y observaron con detenimiento la enorme construcción delante de ellos.
— Es bueno estar en casa, ¿no es cierto, hijos? - un hombre mayor, pero que disimulaba muy bien su edad, abrió la puerta.
— Sí. Anhelaba volver a mi hogar, lleno de recuerdos de la infancia - secundó el mayor de sus hijos.
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— ¿No crees que es una linda noche, Umy- oneesama? - la hermana menor observaba hacia el jardín - La oscuridad permite unir todo aquello que la luz no puede.
— No puedo ver la luna, lo cual me provoca algo de nostalgia — miró hacia el cielo y emitió un suspiro - Además el ambiente se torna más frío, lo que siempre me resulta inconveniente por mi baja tolerancia. Creo que hoy no estoy muy optimista, ¿verdad, Ume-chan? - se abrazó a sí misma y frotó sus brazos.
— ¿La luna? - la chica sonrió lastimeramente - ¿La luna intentará quitar el dolor de nuestros corazones? Sólo es un espejo del sol, que por más que intente darnos abrigo, no consigue más que una alegría pasajera. Míranos ahora, hundidas en el frío del otoño, en medio de la más pura oscuridad - se levantó para adentrarse, pero su hermana la detuvo
— ¿El dolor de nuestros corazones? Supongo que no soy la única que se siente tan vacía- volvió a fijar su mirada en aquel manto oscuro – Puede que la luna refleje la luz del sol, pero es aún más hermosa y significativa para mí. Todo depende de la forma en que veas - se dio la vuelta hacia su hermana - Tengo la impresión que siempre hemos estado en la oscuridad, pero no he perdido la esperanza de salir de ella.
— Entonces, seré la que permanezca por la eternidad - entró en su habitación - "Esta noche, es diferente a las demás... siento que las hojas de los árboles caen con aún más lentitud que otras veces y que el cielo ha dejado de ser violeta, es escarlata"
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Entraron a la mansión rápidamente. Todo estaba preparado para su regreso. El padre se encerró en su despacho y los hermanos fueron directo a sus habitaciones. El mayor de ellos acompañó a su hermano menor hasta la suya y le pidió que le dejara permanecer unos momentos ahí. Aunque no estaba del todo convencido, accedió.
— ¿Cómo te sientes de estar de nuevo en casa, Takai-kun? – cuestionó el mayor.
— No es en absoluto de mi agrado. Ni siquiera ha sido completamente aseada, si de mí dependiera, regresaría a donde estábamos, pero cumpliré la promesa que hice a Himeko.
— Ésta siempre ha sido tu casa, aquí están nuestros recuerdos más valiosos.
— Eso no impide que sean dolorosos... - el chico entrecerró sus ojos.
— Lo sé. Tenemos toda clase de recuerdos, pero no debemos permitir que los desagradables opaquen a los momentos felices que hemos pasado.
— Tampoco recuerdo muchas cosas felices. Discúlpame, Toushirou-oniisan, pero prefiero ordenar mis cosas en paz.
— Lamento si te incomodé, no era mi intención- se inclinó – Nos encontraremos después - salió.
— Este lugar no posee el olor de la sangre de Himeko - se dejó caer en la cama - Si pudiera tenerla entre mis brazos una vez más, la convertiría en alguien como yo.
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La mañana era algo fría, a pesar de que el sol brillaba con fuerza. Las hermanas Ayanokouji caminaban por los pasillos del Instituto dispuestas a llegar a sus respectivas aulas.
— Llegamos muy temprano de nuevo. Casi ningún estudiante está en los salones.
— ¿Crees que nos teman? Deben pensar que no somos como ellos - su hermana suspiró pero sonrió antes de que Umy respondiera - Sin embargo, la soledad es la mejor compañera para reflexionar.
— Aquí nos separamos, te veo más tarde, Ume-chan - forzó una sonrisa y aceleró el paso para salir de la vista de su hermana. Llegó a su aula en poco tiempo y al entrar miró alrededor. Como pensaba, vacía. Se sentó en su sitio y sin poder contenerlo más, se echó a llorar sobre el escritorio.
Las hermanas Ayanokouji eran conocidas en el Instituto por la belleza y gran talento que poseían. Parecían seres que estaban mal ubicadas, por lo que los demás estudiantes las evitaban. Ninguna tenía amigos de verdad.
— Umy-oneesama. Comprendo tu dolor - la chica bajó su vista — Es lo mismo que yo siento, pero que no soy capaz de transmitir de la misma manera en que tú lo haces - comenzó a caminar hacia su lugar favorito.
"Pronto dejará de vivir, se abandonará al frío invernal" - la chica caminó hasta el cerezo bajo el que siempre se refugiaba. Sintió una fuerte corriente de aire que le impidió abrir los ojos por unos momentos, pero continuó caminando. Cuando abrió los ojos, se sorprendió al verlo totalmente florecido, y junto a él, un hombre.
— Era muy triste verlo sin sus hermosas flores, ¿cierto? - sonrió cálidamente - Ahora podrá brindar calor a los corazones abatidos por el frío del invierno que ya se acerca.
— Este cerezo... - la chica se le acercó y tomó las flores que estaban a su alcance. Su expresión era seria - Por más que intentemos aferrarlo a la vida, sus flores mueren apenas florecen. Está condenado a ser efímero como el canto de un ave.
— Yo no estaría tan seguro - tomó una de sus flores también - Si deseas que permanezca tan vivo como ahora, así será.
— ¿Pero si deseo su muerte? A veces la muerte es el mejor camino para continuar la vida. Algo incomprensible para usted, ¿verdad? - se inclinó y comenzó a alejarse.
"No tienes idea de cuánto puedo comprender lo que dices"- sonrió de nueva cuenta y miró el cerezo - Por ahora es mejor que estés con vida, me gusta admirar tu belleza.
La chica se detuvo y bajó su rostro, intentando controlar las lágrimas que amenazaban con salir.
"Creía... creía que ese cerezo podría morir conmigo, pero ahora que le ha dado esta nueva vida, no sé qué haré. Soy una cobarde, no podré acabar conmigo"
Retomó su camino, dirigiéndose hasta su salón de clases.
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