Clan Tetsu

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    Shikemari

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    Mensaje por Neji sanji Jue Mayo 07, 2009 1:16 pm

    Hola. Bueno he de informarles que tengo la costumbre de que, cada fiction que me gusta lo publique en nuestro bien querido foro n.n

    No conozco a la autora u.u pero si les gusta el fic con gusto les daré el link.

    A continuación os dejaré "Shikemari" un Shika-tema.


    Shikemari Shikamaru_and_Temari_in_clouds_by_Daminitri


    Sabaku No Temari estaba verificando el contenido de los últimos documentos que reposaban en su escritorio cuando el repentino bullicio de la siempre callada Aldea de la Arena la hizo estremecer.

    Temari cerró los ojos, aguantó la respiración e intentó no pensar que existía un solo motivo para que Suna se calmara así; había algún problema. Ya no era la misma mujer violenta de antes y prefería la sutil calma que le brindaba trabajar como consejera en su aldea y mano derecha de su hermano menor, el Kazekage de la Arena, Sabaku No Gaara.

    Escuchó los pasos apresurados de algunos shinobis de Suna dirigirse a su oficina. Era lo lógico, su hermano estaba de luna de miel de su boda con Matsuri, la bella shinobi que un día fue alumna del Kazekage y se le veía pocas veces en su oficina. Si no le encontraban, recurrían a ella o a su hermano Kankuro.

    -Temari san –dijo uno de los ninjas- hemos encontrado a tres shinobis de la hermana Aldea de la Hoja en estado crítico e inconciente en nuestro alrededores. Los hemos traído a la aldea para ofrecerle auxilio.

    -Sus nombres –respondió la Sabaku No sin imutarse.

    -Aún no lo sabemos, Temari san. Iremos ahora mismo a averiguar más detalles.

    -Los acompaño.

    Dijo haciendo caso omiso a sus funciones normales. Al llegar a la sala de atenciones de Suna miró con cariño a dos shinobis que descansaban inconscientes en sus camillas.

    -¿Cuál es su estado? –preguntó preocupada.

    -Estables, Temari san. Sólo duermen, han gastado todo su chakra –respondió la shinobi medico de turno- el otro lo está atendiendo Aoi. Éste si resultó herido. ¿Les conoce?-inquirió la joven al ver como Temari miraba a los shinobis en las camillas.

    -Sí, claro. Siempre les he visto en la entrada de Konoha. Sus nombres son Izumo y Kotetzu, si no me equivoco.

    La kunoichi caminó recto hacia la sala continua. Varios médicos intentaban reanimar el cuerpo inerte de un ninja amigo de Konoha. El médico en la cabecera se movió y pudo ver que el joven usaba una coleta alta y su pelo era negro azabache. Temari sintió que el corazón comenzaba a latirle aceleradamente y se quedó pálida.

    -Shikamaru –susurró.

    -¿También conoce a este shinobi, Temari-san?

    Temari se encontraba tan nerviosa que no pudo darse cuenta quien le había hecho esa pregunta. Se le formó un nudo hondo en la garganta haciéndola incapaz de emitir algún sonido, así que se limitó a mirar el cuerpo a su lado, cerrar los ojos y asentir.

    Conocía a casi todos los shinobis de Konoha desde hacía ya casi diez años. Sin embargo, aquel que tenía ante sí, había sido siempre diferente. Era un gran shinobi, fue su contrincante en los exámenes chunnin. La había vencido, más se rindió aludiendo falta de chakra. Era la mano derecha de la Quinta, el amor de su adolescencia y el hombre que le había roto el corazón, Nara Shikamaru.

    -Temari san, necesitamos un poco de espacio –le dijo Aoi impaciente al ver que la joven se quedó helada sosteniendo la barra de la camilla.

    El tono del médico la hizo salir de su trance. Hacías más de tres años que no sabía de él, desde aquellos días que se celebraron los exámenes chunnin en Konoha.

    -¿Temari?

    Al oír la voz de Shikamaru, Temari apartó la mano. Hacía casi un minuto que él había recobrado la conciencia sin que ella se diera cuenta.

    -Hola, Shikamaru –le saludó perdiéndose en la profundidad de sus hermosos ojos negros.

    El tiempo no perdona su paso por la vida de la gente, pero en el suyo, había obrado por milagro. Era un hombre aún más irresistible que aquella última vez en que lo vio. Tenía el pelo negro como el azabache, contrastando con sus ojos oscuros, esa maldita combinación le había aniquilado los sentidos desde el primer día en que lo vio. Para su desgracia, seguían surtiendo el mismo efecto enloquecedor.

    -¿Qué demonios hago aquí? –preguntó sin entender.

    -Mis shinobis te encontraron. A ti y a tus dos compañeros. No te preocupes, están bien.

    Shikamaru recordó que se dirigía a la Aldea de la Roca en el País de la Tierra para discutir algunos asuntos burocráticos cuando fueron impactados por varios sellos explosivos. Uno de ellos explotó muy cerca de él y apenas pudo esquivarlo. Antes de desmayarse por el impacto, pudo notar a los mismos hombres que les habían servido té en la aldea anterior.

    Al parecer le habían puesto somníferos, sentía su efecto desde antes de salir al camino, más no quiso molestar a sus amigos con su problemática obsesión por el sueño.

    -¡Malditos ladrones baratos! –magulló por lo bajo, perfectamente audible para la kunoichi.

    -Eres un debilucho, mira que dejarse atacar por unos ladronzuelos.

    -Ya veo que sigues siendo la misma mujer problemática de siempre –contestó mirándola con afecto- nos drogaron con té y luego nos hicieron explotar para robarnos dinero…Mendokusai.

    -Es mejor que te roben dinero y no la vida, Shikamaru san –sonrió Temari con tristeza, haciendo énfasis en la frase como si de una cita se tratase.

    Shikamaru sintió como si le hubiesen atravesado el corazón con una shuriken. El sentimiento de culpabilidad que lo había acompañado aquellos últimos cuatro años se apoderó de él hasta que temió no poder hablar.

    -¿Cómo has estado? –le preguntó por fin tratando de darle un giro a la conversación. -Supe que ya no realizas tantas misiones como antes. Temí que te hubiera pasado algo.

    -Sobreviviendo-Temari se quedó fría observándole –Ocurrió algo y tuve que dejar mi carrera shinobi por un tiempo.

    Temari se giró y fingió arreglarse el pelo, cuando en realidad se enjugaba una lágrima.

    -No lo puedo creer. ¿Una pausa? Imposible. Esa no es la Sabaku No Temari que conozco.

    -La misma, versión mejorada, Shikamaru. De todas formas yo soy una jounnin desde aquel tiempo y no existen en Suna otro rango más alto. De hecho, el que ocupo ahora me da mucho más prestigio shinobi que el salir a exponer mi vida en cada pelea.

    Shikamaru había recibido un golpe muy fuerte en sus costillas, específicamente su lado izquierdo, probablemente causado por la caída luego de la explosión. Intentó incorporarse y el dolor que sintió en el costado lo hizo gritar.

    -¿Estás bien?

    Sintió la mirada lastimosa de Temari sobre él y se sintió miserable. El dolor junto a la humillación le hicieron contestar algo que no estaba en su mente.

    -Estoy excelente. Probablemente ya no entiendas que el dolor recibido en batalla es risa para un ninja. Ahora eres una persona importante e influyente y olvidaste el verdadero sentido shinobi, Temari. Pelear por lo que crees correcto es lo más loable del mundo y no hay dolor que detenga a quien tiene esto en mente.

    El Nara se sintió morir al ver la expresión de dolor en el rostro de Temari. Antes de que le diera tiempo a disculparse, Aoi rompió la tensión que ellos habían provocado en el ambiente de la pequeña sala, incluso en Izumo y Kotetzu que ya habían despertado y saludaban a la Sabaku No con cariñosos gestos de la mano.

    -Parece que sólo tienes dos costillas rotas, las cuales ya hemos reparado aplicando chakra. Sin embargo, necesitarass descansar y ver como evoluciona. El filo te perforó un músculo oblicuo y es lo que te causa el dolor. No podrías viajar así por que este tipo de lesión, si no se le da tiempo a sanearse completamente, se vuelve recurrente de por vida.

    -Voy a arreglar que te quedes aquí por un par de días hasta que mejores, Nara –la oyó decir, ahora muy lejos de él –que descanses.

    Quedarse en Suna era lo menos que quería Shikamaru en esos momentos. Estaba completamente seguro que después de lo que le había pasado cuatro años atrás y de lo que acababa de decirle, la Sabaku No jamás volvería a dirigirle la palabra.

    Temari caminó cabizbaja hasta su despacho. Volverse a encontrar con él le había hecho recordar momentos dolorosos que creía haber olvidado hacia mucho tiempo ya. Tomó una tazfa del té que dejaban en los pasillos para todos los que trabajaban en el edificio, mientras seguía pensando en él.

    Ella lo había amado desde que lo vio en aquel examen chunnin con su aire despreocupado y sin importarle si tomar el examen o no. En la primera ronda, le había ganado en un abrir y cerrar de ojos a una joven kunoichi muy hábil con las agujas. En la segunda, se enfrentó a ella y, por mucho tiempo pensó, que el hecho de que se rindiera había sido parte de una burla más a su vida como shinobi. El tiempo se encargó de demostrarle que su compromiso con su vida ninja, era mayor que su apariencia. Y ella, estúpidamente se enamoró.

    Lo que había comenzado como una despedida normal entre ellos, aquella vez en que ellos se encargaron de los exámenes chunnin, terminó siendo el motivo de su estado actual. Ella se había preparado para partir a su aldea lo antes posible. Extrañaba ese lugar. Tras haber cerrado la puerta a la salida del hostal, la voz del hombre que le robaba el sueño la hizo exaltarse.

    -¿Qué haces despierta tan temprano? –le había preguntado el Nara tras un sonoro bostezo- Todo el mundo duerme todavía.

    -Tú… -ella había quedado sin palabras. Era bien sabido por todos el gusto del joven por el reposo y la pereza. El estar levantado tan temprano sólo podfría significar que se preocupaba por ella.

    -No puedo estar fuera de mi villa por tanto tiempo – le había contestado la mujer- me imagino que me iré cuando acabe mis asuntos aquí.

    -¿Sin ni siquiera tomar el desayuno?

    -Encontraré una taza de té o algo por el estilo en el camino –contestó, pero su ego aún no estaba satisfecho con el giro de la conversación y se atrevió a enfrentarlo un poco- Entonces, ¿Qué estás haciendo tú aquí?

    -Es problemático, pero se supone que soy tu guía la mayor parte del tiempo. Apesta, pero todavía es mi misión.

    Temari sonrió. ¡Qué escusa tan patética, niño!

    -Bien, has hecho un buen trabajo.

    Al llegar a la puerta, Temari notó el plano aún más sentimental de la escena que pasaba a su alrededor, cuando el joven shinobi en cuestión le hizo la pregunta más tierna que había escuchado de él

    -La próxima vez que te vea, será en los exámenes chunnin ¿cierto?

    -Sí, ya nos veremos –trató de parecer fría más su cuerpo se detuvo por un instante. Necesitaba verlo. – Tienes que darte prisa y convertirte en un jounin. Deberías poder hacerlo rápido si dejas de decir “qué problemático” y te tomas las misiones en serio.

    Fue patético, pero la mejor respuesta que ella pudo darle para no parecer desesperada. Lo escuchó decir “Mendokusai” una vez más. Sonrió y se marchó sin mirar atrás, si lo hacía se quedaba ahí.

    Veinte minutos más tardes cuando el calor le azotaba la piel, se detuvo en un árbol en busca de sombra. Cerró los ojos y se dejó acariciar por la brisa mañanera. Debió hacerle caso al niño y desayunar algo. Sintió el calor de un aliento cerca al suyo respirar forzadamente.

    -¡Demonios! Eres rápida…

    Temari abrió sus ojos y se encontró con él, tan cerca que podía notar el palpitar de sus sienes producto del esfuerzo. Sin tener control sobre sus actos, llevó su mano derecha a la mejilla del joven shinobi en un intento de caricia, más bien un pequeño roce, suficiente para que él cerrara los ojos y ladeara su cabeza hacia aquella mano.
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    Mensaje por Neji sanji Jue Mayo 07, 2009 1:25 pm

    La impresión que provocó ese gesto le hizo abrir la boca para decir algo que al final no pudo expresar.

    -Es problemático, pero hay algo que quiero decirte…esperar hasta el examen chunnin es demasiado tiempo.

    Shikamaru sabía perfectamente que le era imposible pedirle un beso a esa mujer, así que pensó que la única forma de anticipar el hecho era el lenguaje corporal. Y el mensaje llegó claro y conciso. El shinobi acercó su cara lentamente hacia ella posando su mirada entre los ojos verde aceituna y su boca, en un juego intermitente que le dejaba sin aliento.

    Finalmente, Shikamaru posó sus labios entreabiertos con dulzura y suavidad sobre los de ella. Él heredero del Clan Nara se separó por dos segundos dejando sus labios flotar a unos pocos centímetros de los labios de ella. Se miraron sorprendidos y Temari dibujó una sonrisa de aprobación. El shinobi se aventuró y volvió a besarla. Esta vez apasionadamente, dándole a conocer el sabor de su boca, acercándola a un más a él tomándola de la nuca y entrelazando sus dedos.

    A ella le faltaba la respiración, pero lo prefería a dejar de saborear la frescura de esos labios y el tibio néctar de su saliva. ¡Qué irónico! Fue el beso más tierno y apasionado que había recibido en su vida.

    Los recuerdos se agolpaban en su mente malhiriendo su alma. “Y pensar que de esa misma boca, surgieron esas frías palabras hacia unos instantes”

    Se sentó en su escritorio y recordó risueña la inocente expresión en la cara del apuesto shinobi cuando al separarse tras cinco minutos de insaciable hambre, los nervios le traicionaron.

    -Nos vemos en los exámenes chunnin –dijo mientras le besaba la mano y le guiñaba el ojo.

    Ella lo vio alejarse corriendo aún apoyada del tronco de aquel gran árbol, llevándose con él la cordura de la kunoichi de la Arena.

    Lo que había comenzado como un martes cualquiera, se había tornado en una pesadilla. Una mano se detuvo en el hombro de la mujer sacándola de sus pensamientos.

    -Gaara….

    -¿Le has visto? –Temari asintió aún mirando hacia la ventana.

    Gaara le sostuvo aún más tiempo y se volteó. Temari dejó a un lado los felices tiempos en que le conoció y depositó la taza de té sobre la mesa y se secó las lágrimas.

    -Sí… -su voz pareció más un lamento que una respuesta normal de ella.

    El apuesto Kazekage tomó aire y cerró el espacio entre ellos en un tierno abrazo con su hermana.

    -Temari…creí que ya habíamos hablado de esto antes. De todas formas, él ya está aquí y no hay nada que podamos hacer al respecto más que esperar a que se vaya. –Miró a su hermano por el rabillo del ojo en busca de una respuesta que no llegó- ¿Piensas decirle la verdad?

    -No.

    -Es su derecho saberlo.

    -Perdió ese derecho hace mucho tiempo ya.

    Una hermosa vocecilla les detuvo la discusión. Temari dejó atrás su molestia y fingió una sonrisa en espera de la dueña de aquella dulce voz.

    -¡Okaasan! – dijo la niña mientras abría la puerta de par en par. Corría hacia su madre y se detuvo un momento para cambiar su rumbo hacia su tío -¡Ojisan!

    Temari sonrió feliz al ver como Gaara fingía caerse al piso por la fuerza empleada por la niña en el abrazo. Shikemari continuó atacando a su tío a besos por toda la cara mientras rodaban por el piso hasta que lo vio levantar el brazo en señal de clemencia.

    -¿Cómo te ha ido en la escuela, pequeña ninja? –preguntó la madre extendiéndole los brazos a su pequeña hija.

    -Bien, Raido sensei dice que podré tomar el examen chunnin en un abrir y cerrar de ojos, pero que debo dejar de dormirme en clases y de tener pereza todo el tiempo.

    -Debes escuchar a tu sensei, cariño.-contestó sosteniéndola por los hombros.

    -Es muy problemático, haha

    Temari se llevó la niña al pecho y comenzó a llorar. Shikemari no entendía porque su madre estaba en ese estado y trataba en vano de verle la cara. Gaara le arrebató la niña y se la llevó fuera de la oficina.

    En ese preciso instante, Kankuro pasaba sosteniendo a Karasu en brazos.

    -Mira, es el tío Kankuro y quiere llevarte a reparar a Karasu. ¿No es así Kankuro?

    Kankuro se sobresaltó y se dio cuenta de la mirada de su hermano. Algo andaba mal y no sabía lo que era. Miró por un estrecho espacio hacia la oficina de Temari. Ella estaba llorando. Kankuro tomó a la niña y le pasó el brazo de la marioneta.

    -Me encantaría que me dieras una mano, Suna-hime.

    La niña tomó el brazo y sonrió a su tío no sin antes volver a mirar hacia donde se encontraba su madre. Temari estaba en la puerta. Se había limpiado las lágrimas.

    -Espero que te portes bien, mi amor. Karasu necesita cuidado.

    La niña se limitó a asentir y se aferró al brazo de su tío. Temari los miró caminar abrazados.

    Cuando doblaron en la esquina izquierda, la kunoichi sintió el brazo de su hermano halarla con fuerza hacia la oficina nuevamente.

    -Te lo diré una sola vez, Temari. Si vuelves a comportarte como una debilucha frente a la niña, seré yo quien hable con él. ¿Me has entendido?

    -Tú no entiendes, Gaara, me duele mucho lo que ha pasado.

    Temari se había dejado caer en el sillón, pero su hermano menor no le soltó el brazo y la zarandeó obligándola a mirarle.

    -Ahora mismo lo único que debería importarte es el bien de tu hija. Su padre está aquí y merece saberlo. ¿O es que acaso prefieres que ella sea huérfana de padre vivo como lo fuimos nosotros? No lo creo, Temari…no puedes ser egoísta con tu propia hija.

    -Él no se la merece…

    -Una cosa es merecerte a ti y otra merecer a su hija. Tú no eres quien para negarle un derecho que le corresponde. Un derecho que tú misma le diste al ofrecerle tu cuerpo y tu corazón, porque te enamoraste perdidamente, ya me lo has dicho muchas veces.

    Las palabras de su hermano fueron demasiado duras y verdaderas como para que ella pudiese asimilarlas de golpe. Trató de soltarse de su brazo, pero no le fue posible. Gaara seguía sosteniéndola con más fuerza aún.

    -Yo no puedo seguir mintiéndole a esa niña sin merecerlo. Ella no se atreve a preguntarte a ti porque la primera vez que lo hizo la evadiste y te fuiste a tu cuarto a llorar sola. Es demasiado inteligente como para que la engañaras y lo sabes. Desde entonces me pregunta a mi o a Kankuro y ninguno de los dos estamos dispuestos a seguir ocultándole su verdad. Una verdad que está muy cerca ahora. ¡Ya no más, Temari! –

    El Kazekage sintió pena por su hermana. Estaba siendo muy duro, pero necesitaba darle un baño de valor y terminar con esta farsa.

    -Si él no la acepta, le diremos a Shikemari que su padre murió en batalla mucho antes de ella nacer.

    -Gaara…

    -Temari, lo siento. Sólo hago lo que creo mejor para Shikemari.

    -Tienes razón. Tomaré estos días y los dedicaré a buscar la forma de decirle la verdad. Por lo pronto, obvien llamarla por su nombre, sería muy obvio. Llamémosla como lo hace Kankuro.

    -Suna Hime…ne? De acuerdo. Yo hablaré con Kankuro ahora. Tú prepara la niña y a su padre.

    Gaara salió resuelto de la oficina de su hermana dejándola ahogada en un mar de sentimientos en su corazón. Necesitaba fuerzas y sabía que las encontraría en el amor de su hija. Se levantó de la silla y caminó hacia la oficina de Kankuro.


    (Interrupción inapropiada de Neji-san: La niña de la imagen es la hija de Shikamaru y Temari hehe

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    Mensaje por Neji sanji Jue Mayo 07, 2009 1:34 pm

    CAPÍTULO 3.

    -Maldita sea, Temari, ¿Quién te dio derecho a esconderme que soy padre?

    La niña corrió hacia su madre asustada por los gritos de sus progenitores.

    -¿Quieres helado cariño? -le preguntó su madre con voz dulce mientras le acariciaba la espalda y se giraba para que ella no viera la rabia en la cara de su nuevo amigo- Hablaremos luego, Shikamaru -dijo a modo de despedida.

    -Puedes estar segura de que vamos a hablar...largo y tendido

    -Estás asustando la niña, Shikamaru. Por favor, márchate. –explicó lo más calmada que pudo mientras abría los ojos desmesuradamente a modo de desaprobación.

    -Pensé que te había dejado en claro lo que pienso-dijo él cruzándose de brazos beligerante.

    Ella tomó aliento.

    -Te he prometido que hablaremos y cumpliré mi palabra. Preguntaré donde te alojaron. ¿De acuerdo?

    Con los ojos puestos en su presa, se amonestó a sí mismo, pero su autocontrol en todo lo concerniente a la kunoichi de la Arena era inexistente. Así se lo había demostrado a él mismo y a Chouji hacia cuatro años.

    “Tómatelo con calma, Shikamaru. ¿No ves que te odia con toda su alma? Patético…problemático.”

    Shikamaru se dirigió a la puerta del despacho de la kunoichi no sin antes girarse a ver la pequeña niña que le miraba con la cabeza escondida en el cuello de su madre. Había cometido el gravísimo error de gritarle a su madre delante de ella. Con suerte, la niña no escuchó el motivo de la pelea, pero tarde o temprano lo sabría. Para él, mucho más tarde que temprano.

    -Adiós, Shikemari. Otro día veremos las nubes juntos. –La niña no le respondió. Levantó los deditos a modo de despedida y Shikamaru creyó morir.

    Caminó hacia la habitación de su hotel para esperar pacientemente por Temari. Abrió la puerta y se dejó caer sobre la cama con los brazos apoyando su cabeza mirando hacia el techo.

    Nada tenía sentido en ese momento. Estaba claro que Temari tenía sus planes y que éstos no le incluían. ¿Por qué no se lo había dicho? De seguro había pasado situaciones muy lejos de ser agradables. Ella no era una mujer preparada para ser madre y menos soltera. La conocía demasiado bien para saberlo.

    Shikamaru intentó controlar el exceso de emociones que siempre sentía cuando pensaba en Temari. La conoció hacía ya casi diez años. Él tenía 12, para su perdición, ella quince.

    La kunoichi de la Arena se había quedadó junto a él, luego de aquella problemática y absurda búsqueda de Sasuke, mientras esperaba en la sala de emergencias del hospital de su aldea. Cruzó las piernas justo delante de sus narices y el mundo se desplomó. Ese cruce de piernas le acompañó durante muchas noches y despertares de sábanas mojadas.

    Un día cualquiera, mientras se despedía de ella tras dos días juntos trabajando en la preparación de los exámenes chunnin, se atrevió a besarla y ¡Kami, ella aceptó!. Luego de aquella ocasión, cada semana inventaban excusas para verse aunque fuesen sólo minutos. Temari fue su primer y único amor verdadero.

    Su amigo Chouji se había casado por "obligación" cuatro meses después con su compañera de toda una vida, Yamanaka Ino. Shikamaru les rogó invitaran a la embajadora de la Arena para que le acompañase. Después de todo, era el padrino de la boda y del niño que esperaban.

    Su destino quedó sellado cuando Temari apareció vestida como diosa ante sus ojos, caminando despacio hacia él. Cuando al fin le alcanzó, ella se atrevió a besarlo en la boca para sorpresa de casi todos los invitados en la fiesta. Shikamaru le correspondió abrazándola y mandando al diablo a todos a su alrededor. Incluso olvidó que entre los presentes se encontraban sus padres.

    El aplauso y los silbidos de aprobación de sus amigos y compañeros no se hicieron esperar. Shikamaru sólo sonrió de lado mientras le pasaba el brazo a la kunoichi por la espalda en señal de posesión.

    Shikaku le miró interrogante.

    En silente complicidad, Shikamaru le guiñó el ojo.

    Luego de esquivar a cuantos quisieran saber sobre ellos, pudieron salir a dar un paseo a medianoche por los jardines y a un episodio caliente y apasionado en la parte trasera de la casa de su amigo. Si ella no hubiera hecho un comentario sobre el hecho de que estaban en una fiesta y cualquiera pudiera encontrarlos, sus hermanos incluidos, probablemente la hubiese tomado allí mismo sin ningún tipo de contemplaciones.

    Jamás había tenido un momento de total insensatez como aquella noche. La tomó de la mano y la llevó a su hotel. Le hizo el amor tantas veces como ella se lo permitió. Mientras más le amaba, más la necesitaba. Pararon cuando los rayos del sol le indicaron que ella iba a partir y que sus hermanos no tardarían en irla a despertar. Se escapó por la ventana, cuán ladrón de pacotilla, tras despedirse con besos que juraban amor eterno sin palabras.

    Entró a su casa por la puerta principal sin atreverse a ver a su padre a la cara. Se detuvo al escucharle hablar.

    -Te he dicho que aún no eres un hombre, Shikamaru

    Él no le contestó y reanudó el paso al sentir un frío calarle hasta los huesos.

    -Si no deseas contestarme acepto mi sugerencia como válida. Te acostaste con ella. Sólo quiero decirte que no juegues con una mujer a la que valoras, perderás lo mucho por lo poco.

    Cerró la puerta con cerrojo y se duchó. Sintió pánico. Colocó ambas manos al frente a la altura de sus hombros, soportándose en la pared mientras el agua le caía en la nuca, obligándose a pensar.

    En aquel momento se sentía haber llegado al punto más bajo de su vida porque se había dado cuenta de algo muy grande. Su padre tenía razón.

    ¿Cómo demonios pudo haber hecho eso? Allí, en aquel cuarto de hotel, en la noche más mágica de su vida, había olvidado que no era hombre como para atar su vida con una mujer como Temari. Aún no era el momento. Le faltaba mucho por madurar para ofrecerle su vida entera.

    Debió mantener la cordura y respetarla, más no lo hizo. La hizo suya sin miramientos; sin considerar que amarse de esa manera significaba un compromiso y él esta muy lejos de ser una persona comprometida.

    Demasiado parecido a su padre. Demasiadas mujeres se lo habían dicho, su madre incluida, y finalmente tenía que aceptarlo.

    Por eso, al día siguiente de la boda de Chouji, decidió aparentar ecuanimidad ante ella como si nada hubiera pasado.

    Su plan se fue por la borda cuando ella apareció feliz ante él, con aquellas curiosas cuatro coletas, su enorme abanico a la espalda y ambas manos escondidas en su espalda cual niña indefensa. Se colocó al lado de él para no levantar sospechas cuando deshizo el lazo de sus manos y le abrazó por la espalda.

    -Quiero un beso de despedida. Nos vemos en media hora en el alcanforero a la izquierda de la salida de la Aldea -le secreteó después de terminada la reunión con la Hokage.

    Todavía le dolía el descubrimiento de la noche anterior. Amaba a esa mujer, pero aún no era hombre suficiente para ella. ¿Cuántos años se suponía ella debía esperar para que se unieran? ¿Cinco? Mierda…debió pensarlo mejor, pero la mente no es el mejor amigo del hombre en las cosas del amor.

    Shikamaru decidió utilizar a una amiga de la familia como escudo entre ellos dos y le explicó su plan. Mío aceptó de buena gana, le gustaba Shikamaru y esa sería una forma de sonsacarlo para unos posibles encuentros nocturnos con él.

    Su segundo error en menos de veinticuatro horas. No se había imaginado que ella se sentiría tan dolida al verlo en brazos de otra mujer, tanto que no se atrevió a acercarse y exigirle una explicación. Se fue sin más.

    Ahora, cinco años después, iba a encontrarse con ella en privado, para hablar del fruto de aquella noche de amor. La única noche de amor para ambos.

    El sonido titubeante de tres golpes en la puerta le hizo erguirse de un brinco.

    Enderezó los hombros y caminó hacia delante preparado para luchar por su hija.

    Acababa de correr la cerradura cuando Temari empujó la puerta hacia él.

    -¿Qué demonios quieres de mi, Shikamaru? –preguntó ella; su tono era tosco.

    Temari utilizaba las hostilidades como un escudo, pero el efecto quedaba totalmente apaciguado por el yukata verde y sus cuatro coletas. Ese pelo, tan rizo y dorado agarrado en cuatro coletas que pedían a gritos que las manos de un hombre las enredara aún más. Sus ojos esmeralda brillaban con indignación haciendo que él deseara ver en ellos excitación.

    -A mi hija… -respondió sin rechistar-…sólo a mi hija, Temari.

    Temari atinó a abrir sus ojos y rotarlos en signo de incredulidad. ¿Es que acaso pensaba que ella aún le quería? Indiscutiblemente la conocía muy poco.

    -Obviamente necesito respuestas, Temari. No te las estoy pidiendo, tú me las debes.

    Temari colocó sus manos en frente con miras a detener el remolino de palabras.

    -Espera un minuto, genio. Creo que te estás pasando de la raya. Yo accedí a hablar contigo por las buenas y nada más. No te debo nada, no tienes ningún derecho a exigirme respuestas cuando tú mismo te negaste ese derecho. Así que mejor me voy. Tú y yo no tenemos nada de lo que hablar.

    -Temari…me excedí y lo lamento. Todo este rollo me ha tomado por sorpresa y no sé como manejarlo –se excusó señalándose así mismo- Tienes que admitir que no ha sido fácil para mi enterarme de que tengo una hija.

    -No tienes una hija, Shikamaru. La engendraste, eso es todo. Ser padres involucra mucho más que eso. Un hijo no es un “rollo”, Shikamaru. Es un regalo.

    -¡Cuánto has cambiado, Temari! –dijo él rápidamente y con asombro.

    No era la misma mujer que había conocido. Ser madre la había cambiado. Tenía que admitir que para bien. Estaba aún más bella de cómo la recordaba. Lamentablemente, mucho más mujer también. Demasiados años luz de diferencia. Sin embargo, ni siquiera el miedo de enfrentarla iba a aminorar sus deseos de tener a su hija con él. Menos después de enamorarse perdidamente de aquella exótica combinación de sus rasgos y los de ella.

    Su hija era preciosa y, sin saber cómo ni porqué, desde aquella vez en que ella le sonrió señalando a su “nube conejo”, sintió una opresión en el pecho que le impedía respirar. No había que ser el “nuevo genio talento de los Nara” para saber que lo que sintió fue amor. Un amor que no aceptaba cobardías. Un amor que lo arrastraría con él por siempre.

    -Temari, por favor, no me niegues la niña… te lo suplico…

    La kunoichi le miró tratando de demostrarle que no estaba convencida del todo. Sintió lástima por él. Si bien se había portado como un canalla con ella, eso no le daba derecho a arrebatarle su hija. Gaara se lo había repetido un millón de veces.

    Pero ése no era el motivo por el que le temblaban las piernas y el corazón le retumbaba en el pecho. Era por él.

    Temari nunca supo por qué su cercanía le afectaba tanto. Estaba enfadada con él, tanto que creía odiarle. Pese a todo y luego de verle, se convenció que sentía lo mismo que hacía cinco años.

    -De acuerdo, es tu última oportunidad para hacerme entrar en razón, Nara. La única –repitió tratando de parecer imponente- Voy a darte las respuestas que quieras.

    Tomó la silla que estaba frente a la credencia de la habitación de hotel y tomó asiento.

    Shikamaru intentó ser cortés y acomodar la silla para ella. Sirvió dos tasas de té y le extendió una a ella. Temari lo vio tomarse la tasa de un solo sorbo, dejando entrever lo difícil que era para él aquel momento.

    Shikamaru se colocó justo enfrente de ella tomando asiento sobre la cama. Se echó hacia delante rompiendo las distancias, apoyando los codos en las rodillas. Lo vio ladear ligeramente la cabeza hacia la derecha y entrelazar sus manos finas. Era un hombre increíblemente atractivo.

    -Primero que nada, necesito saber por qué me mentiste.

    Temari se echó para atrás en el asiento y se cruzó de brazos. Si continuaba tan cerca de él, de seguro que rompería con sus patrones de conducta y lo besaba aunque le costase su dignidad.

    -No te mentí, Shikamaru. Simplemente decidí no decirte nada. Me marché porque me quedó claro que sólo sentías atracción física por mi.

    -No me refiero a eso, Temari. Me refiero a Shikemari –respondió. No necesitaba que ella le recordara que supuestamente le había engañado con otra mujer.

    -Tú quieres respuestas, yo también, Shikamaru. Creí que me amabas y por eso me entregué a ti estúpidamente. Una horas más tardes te revolcabas con otra mujer justamente en el lugar en que habíamos quedado para despedirnos. Lo hiciste a propósito para apartarme de ti y capté el mensaje. Tú me mentiste, yo te mentí.

    -Siento lo que pasó y no tengo excusas que darte. No quise hacerte daño –dijo él con calma.

    -No tienes porque sentir lástima por mí. Hace tiempo que superé esa lamentable etapa. Es cierto que le di demasiada importancia a nuestra intimidad y que eso para ti no significaba nada.

    -Sé que te hice daño y lo lamento, te vi llorar cuando te diste la vuelta en aquel preciso momento, pero yo no …

    -Espera un momento ninja, no seas engreído. Te odié con toda mi alma, eso es todo –mintió ella.

    -Sólo quiero ayudarte con la niña.

    -¿Ayudarme? No necesito tu ayuda. He sido su madre toda la vida y me ha ido muy bien. Tiene dos hombres que le sirven de modelo de padre, hombres que la adoran. No necesito tu dinero, si se te olvida soy la hermana del Kazekage y diplomática de la Arena. Además, el dinero crea ataduras y condiciones y bajo ninguna circunstancia aceptaría el tuyo.

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