Hola. Bueno he de informarles que tengo la costumbre de que, cada fiction que me gusta lo publique en nuestro bien querido foro n.n
No conozco a la autora u.u pero si les gusta el fic con gusto les daré el link.
A continuación os dejaré "Shikemari" un Shika-tema.
Sabaku No Temari estaba verificando el contenido de los últimos documentos que reposaban en su escritorio cuando el repentino bullicio de la siempre callada Aldea de la Arena la hizo estremecer.
Temari cerró los ojos, aguantó la respiración e intentó no pensar que existía un solo motivo para que Suna se calmara así; había algún problema. Ya no era la misma mujer violenta de antes y prefería la sutil calma que le brindaba trabajar como consejera en su aldea y mano derecha de su hermano menor, el Kazekage de la Arena, Sabaku No Gaara.
Escuchó los pasos apresurados de algunos shinobis de Suna dirigirse a su oficina. Era lo lógico, su hermano estaba de luna de miel de su boda con Matsuri, la bella shinobi que un día fue alumna del Kazekage y se le veía pocas veces en su oficina. Si no le encontraban, recurrían a ella o a su hermano Kankuro.
-Temari san –dijo uno de los ninjas- hemos encontrado a tres shinobis de la hermana Aldea de la Hoja en estado crítico e inconciente en nuestro alrededores. Los hemos traído a la aldea para ofrecerle auxilio.
-Sus nombres –respondió la Sabaku No sin imutarse.
-Aún no lo sabemos, Temari san. Iremos ahora mismo a averiguar más detalles.
-Los acompaño.
Dijo haciendo caso omiso a sus funciones normales. Al llegar a la sala de atenciones de Suna miró con cariño a dos shinobis que descansaban inconscientes en sus camillas.
-¿Cuál es su estado? –preguntó preocupada.
-Estables, Temari san. Sólo duermen, han gastado todo su chakra –respondió la shinobi medico de turno- el otro lo está atendiendo Aoi. Éste si resultó herido. ¿Les conoce?-inquirió la joven al ver como Temari miraba a los shinobis en las camillas.
-Sí, claro. Siempre les he visto en la entrada de Konoha. Sus nombres son Izumo y Kotetzu, si no me equivoco.
La kunoichi caminó recto hacia la sala continua. Varios médicos intentaban reanimar el cuerpo inerte de un ninja amigo de Konoha. El médico en la cabecera se movió y pudo ver que el joven usaba una coleta alta y su pelo era negro azabache. Temari sintió que el corazón comenzaba a latirle aceleradamente y se quedó pálida.
-Shikamaru –susurró.
-¿También conoce a este shinobi, Temari-san?
Temari se encontraba tan nerviosa que no pudo darse cuenta quien le había hecho esa pregunta. Se le formó un nudo hondo en la garganta haciéndola incapaz de emitir algún sonido, así que se limitó a mirar el cuerpo a su lado, cerrar los ojos y asentir.
Conocía a casi todos los shinobis de Konoha desde hacía ya casi diez años. Sin embargo, aquel que tenía ante sí, había sido siempre diferente. Era un gran shinobi, fue su contrincante en los exámenes chunnin. La había vencido, más se rindió aludiendo falta de chakra. Era la mano derecha de la Quinta, el amor de su adolescencia y el hombre que le había roto el corazón, Nara Shikamaru.
-Temari san, necesitamos un poco de espacio –le dijo Aoi impaciente al ver que la joven se quedó helada sosteniendo la barra de la camilla.
El tono del médico la hizo salir de su trance. Hacías más de tres años que no sabía de él, desde aquellos días que se celebraron los exámenes chunnin en Konoha.
-¿Temari?
Al oír la voz de Shikamaru, Temari apartó la mano. Hacía casi un minuto que él había recobrado la conciencia sin que ella se diera cuenta.
-Hola, Shikamaru –le saludó perdiéndose en la profundidad de sus hermosos ojos negros.
El tiempo no perdona su paso por la vida de la gente, pero en el suyo, había obrado por milagro. Era un hombre aún más irresistible que aquella última vez en que lo vio. Tenía el pelo negro como el azabache, contrastando con sus ojos oscuros, esa maldita combinación le había aniquilado los sentidos desde el primer día en que lo vio. Para su desgracia, seguían surtiendo el mismo efecto enloquecedor.
-¿Qué demonios hago aquí? –preguntó sin entender.
-Mis shinobis te encontraron. A ti y a tus dos compañeros. No te preocupes, están bien.
Shikamaru recordó que se dirigía a la Aldea de la Roca en el País de la Tierra para discutir algunos asuntos burocráticos cuando fueron impactados por varios sellos explosivos. Uno de ellos explotó muy cerca de él y apenas pudo esquivarlo. Antes de desmayarse por el impacto, pudo notar a los mismos hombres que les habían servido té en la aldea anterior.
Al parecer le habían puesto somníferos, sentía su efecto desde antes de salir al camino, más no quiso molestar a sus amigos con su problemática obsesión por el sueño.
-¡Malditos ladrones baratos! –magulló por lo bajo, perfectamente audible para la kunoichi.
-Eres un debilucho, mira que dejarse atacar por unos ladronzuelos.
-Ya veo que sigues siendo la misma mujer problemática de siempre –contestó mirándola con afecto- nos drogaron con té y luego nos hicieron explotar para robarnos dinero…Mendokusai.
-Es mejor que te roben dinero y no la vida, Shikamaru san –sonrió Temari con tristeza, haciendo énfasis en la frase como si de una cita se tratase.
Shikamaru sintió como si le hubiesen atravesado el corazón con una shuriken. El sentimiento de culpabilidad que lo había acompañado aquellos últimos cuatro años se apoderó de él hasta que temió no poder hablar.
-¿Cómo has estado? –le preguntó por fin tratando de darle un giro a la conversación. -Supe que ya no realizas tantas misiones como antes. Temí que te hubiera pasado algo.
-Sobreviviendo-Temari se quedó fría observándole –Ocurrió algo y tuve que dejar mi carrera shinobi por un tiempo.
Temari se giró y fingió arreglarse el pelo, cuando en realidad se enjugaba una lágrima.
-No lo puedo creer. ¿Una pausa? Imposible. Esa no es la Sabaku No Temari que conozco.
-La misma, versión mejorada, Shikamaru. De todas formas yo soy una jounnin desde aquel tiempo y no existen en Suna otro rango más alto. De hecho, el que ocupo ahora me da mucho más prestigio shinobi que el salir a exponer mi vida en cada pelea.
Shikamaru había recibido un golpe muy fuerte en sus costillas, específicamente su lado izquierdo, probablemente causado por la caída luego de la explosión. Intentó incorporarse y el dolor que sintió en el costado lo hizo gritar.
-¿Estás bien?
Sintió la mirada lastimosa de Temari sobre él y se sintió miserable. El dolor junto a la humillación le hicieron contestar algo que no estaba en su mente.
-Estoy excelente. Probablemente ya no entiendas que el dolor recibido en batalla es risa para un ninja. Ahora eres una persona importante e influyente y olvidaste el verdadero sentido shinobi, Temari. Pelear por lo que crees correcto es lo más loable del mundo y no hay dolor que detenga a quien tiene esto en mente.
El Nara se sintió morir al ver la expresión de dolor en el rostro de Temari. Antes de que le diera tiempo a disculparse, Aoi rompió la tensión que ellos habían provocado en el ambiente de la pequeña sala, incluso en Izumo y Kotetzu que ya habían despertado y saludaban a la Sabaku No con cariñosos gestos de la mano.
-Parece que sólo tienes dos costillas rotas, las cuales ya hemos reparado aplicando chakra. Sin embargo, necesitarass descansar y ver como evoluciona. El filo te perforó un músculo oblicuo y es lo que te causa el dolor. No podrías viajar así por que este tipo de lesión, si no se le da tiempo a sanearse completamente, se vuelve recurrente de por vida.
-Voy a arreglar que te quedes aquí por un par de días hasta que mejores, Nara –la oyó decir, ahora muy lejos de él –que descanses.
Quedarse en Suna era lo menos que quería Shikamaru en esos momentos. Estaba completamente seguro que después de lo que le había pasado cuatro años atrás y de lo que acababa de decirle, la Sabaku No jamás volvería a dirigirle la palabra.
Temari caminó cabizbaja hasta su despacho. Volverse a encontrar con él le había hecho recordar momentos dolorosos que creía haber olvidado hacia mucho tiempo ya. Tomó una tazfa del té que dejaban en los pasillos para todos los que trabajaban en el edificio, mientras seguía pensando en él.
Ella lo había amado desde que lo vio en aquel examen chunnin con su aire despreocupado y sin importarle si tomar el examen o no. En la primera ronda, le había ganado en un abrir y cerrar de ojos a una joven kunoichi muy hábil con las agujas. En la segunda, se enfrentó a ella y, por mucho tiempo pensó, que el hecho de que se rindiera había sido parte de una burla más a su vida como shinobi. El tiempo se encargó de demostrarle que su compromiso con su vida ninja, era mayor que su apariencia. Y ella, estúpidamente se enamoró.
Lo que había comenzado como una despedida normal entre ellos, aquella vez en que ellos se encargaron de los exámenes chunnin, terminó siendo el motivo de su estado actual. Ella se había preparado para partir a su aldea lo antes posible. Extrañaba ese lugar. Tras haber cerrado la puerta a la salida del hostal, la voz del hombre que le robaba el sueño la hizo exaltarse.
-¿Qué haces despierta tan temprano? –le había preguntado el Nara tras un sonoro bostezo- Todo el mundo duerme todavía.
-Tú… -ella había quedado sin palabras. Era bien sabido por todos el gusto del joven por el reposo y la pereza. El estar levantado tan temprano sólo podfría significar que se preocupaba por ella.
-No puedo estar fuera de mi villa por tanto tiempo – le había contestado la mujer- me imagino que me iré cuando acabe mis asuntos aquí.
-¿Sin ni siquiera tomar el desayuno?
-Encontraré una taza de té o algo por el estilo en el camino –contestó, pero su ego aún no estaba satisfecho con el giro de la conversación y se atrevió a enfrentarlo un poco- Entonces, ¿Qué estás haciendo tú aquí?
-Es problemático, pero se supone que soy tu guía la mayor parte del tiempo. Apesta, pero todavía es mi misión.
Temari sonrió. ¡Qué escusa tan patética, niño!
-Bien, has hecho un buen trabajo.
Al llegar a la puerta, Temari notó el plano aún más sentimental de la escena que pasaba a su alrededor, cuando el joven shinobi en cuestión le hizo la pregunta más tierna que había escuchado de él
-La próxima vez que te vea, será en los exámenes chunnin ¿cierto?
-Sí, ya nos veremos –trató de parecer fría más su cuerpo se detuvo por un instante. Necesitaba verlo. – Tienes que darte prisa y convertirte en un jounin. Deberías poder hacerlo rápido si dejas de decir “qué problemático” y te tomas las misiones en serio.
Fue patético, pero la mejor respuesta que ella pudo darle para no parecer desesperada. Lo escuchó decir “Mendokusai” una vez más. Sonrió y se marchó sin mirar atrás, si lo hacía se quedaba ahí.
Veinte minutos más tardes cuando el calor le azotaba la piel, se detuvo en un árbol en busca de sombra. Cerró los ojos y se dejó acariciar por la brisa mañanera. Debió hacerle caso al niño y desayunar algo. Sintió el calor de un aliento cerca al suyo respirar forzadamente.
-¡Demonios! Eres rápida…
Temari abrió sus ojos y se encontró con él, tan cerca que podía notar el palpitar de sus sienes producto del esfuerzo. Sin tener control sobre sus actos, llevó su mano derecha a la mejilla del joven shinobi en un intento de caricia, más bien un pequeño roce, suficiente para que él cerrara los ojos y ladeara su cabeza hacia aquella mano.
No conozco a la autora u.u pero si les gusta el fic con gusto les daré el link.
A continuación os dejaré "Shikemari" un Shika-tema.
Sabaku No Temari estaba verificando el contenido de los últimos documentos que reposaban en su escritorio cuando el repentino bullicio de la siempre callada Aldea de la Arena la hizo estremecer.
Temari cerró los ojos, aguantó la respiración e intentó no pensar que existía un solo motivo para que Suna se calmara así; había algún problema. Ya no era la misma mujer violenta de antes y prefería la sutil calma que le brindaba trabajar como consejera en su aldea y mano derecha de su hermano menor, el Kazekage de la Arena, Sabaku No Gaara.
Escuchó los pasos apresurados de algunos shinobis de Suna dirigirse a su oficina. Era lo lógico, su hermano estaba de luna de miel de su boda con Matsuri, la bella shinobi que un día fue alumna del Kazekage y se le veía pocas veces en su oficina. Si no le encontraban, recurrían a ella o a su hermano Kankuro.
-Temari san –dijo uno de los ninjas- hemos encontrado a tres shinobis de la hermana Aldea de la Hoja en estado crítico e inconciente en nuestro alrededores. Los hemos traído a la aldea para ofrecerle auxilio.
-Sus nombres –respondió la Sabaku No sin imutarse.
-Aún no lo sabemos, Temari san. Iremos ahora mismo a averiguar más detalles.
-Los acompaño.
Dijo haciendo caso omiso a sus funciones normales. Al llegar a la sala de atenciones de Suna miró con cariño a dos shinobis que descansaban inconscientes en sus camillas.
-¿Cuál es su estado? –preguntó preocupada.
-Estables, Temari san. Sólo duermen, han gastado todo su chakra –respondió la shinobi medico de turno- el otro lo está atendiendo Aoi. Éste si resultó herido. ¿Les conoce?-inquirió la joven al ver como Temari miraba a los shinobis en las camillas.
-Sí, claro. Siempre les he visto en la entrada de Konoha. Sus nombres son Izumo y Kotetzu, si no me equivoco.
La kunoichi caminó recto hacia la sala continua. Varios médicos intentaban reanimar el cuerpo inerte de un ninja amigo de Konoha. El médico en la cabecera se movió y pudo ver que el joven usaba una coleta alta y su pelo era negro azabache. Temari sintió que el corazón comenzaba a latirle aceleradamente y se quedó pálida.
-Shikamaru –susurró.
-¿También conoce a este shinobi, Temari-san?
Temari se encontraba tan nerviosa que no pudo darse cuenta quien le había hecho esa pregunta. Se le formó un nudo hondo en la garganta haciéndola incapaz de emitir algún sonido, así que se limitó a mirar el cuerpo a su lado, cerrar los ojos y asentir.
Conocía a casi todos los shinobis de Konoha desde hacía ya casi diez años. Sin embargo, aquel que tenía ante sí, había sido siempre diferente. Era un gran shinobi, fue su contrincante en los exámenes chunnin. La había vencido, más se rindió aludiendo falta de chakra. Era la mano derecha de la Quinta, el amor de su adolescencia y el hombre que le había roto el corazón, Nara Shikamaru.
-Temari san, necesitamos un poco de espacio –le dijo Aoi impaciente al ver que la joven se quedó helada sosteniendo la barra de la camilla.
El tono del médico la hizo salir de su trance. Hacías más de tres años que no sabía de él, desde aquellos días que se celebraron los exámenes chunnin en Konoha.
-¿Temari?
Al oír la voz de Shikamaru, Temari apartó la mano. Hacía casi un minuto que él había recobrado la conciencia sin que ella se diera cuenta.
-Hola, Shikamaru –le saludó perdiéndose en la profundidad de sus hermosos ojos negros.
El tiempo no perdona su paso por la vida de la gente, pero en el suyo, había obrado por milagro. Era un hombre aún más irresistible que aquella última vez en que lo vio. Tenía el pelo negro como el azabache, contrastando con sus ojos oscuros, esa maldita combinación le había aniquilado los sentidos desde el primer día en que lo vio. Para su desgracia, seguían surtiendo el mismo efecto enloquecedor.
-¿Qué demonios hago aquí? –preguntó sin entender.
-Mis shinobis te encontraron. A ti y a tus dos compañeros. No te preocupes, están bien.
Shikamaru recordó que se dirigía a la Aldea de la Roca en el País de la Tierra para discutir algunos asuntos burocráticos cuando fueron impactados por varios sellos explosivos. Uno de ellos explotó muy cerca de él y apenas pudo esquivarlo. Antes de desmayarse por el impacto, pudo notar a los mismos hombres que les habían servido té en la aldea anterior.
Al parecer le habían puesto somníferos, sentía su efecto desde antes de salir al camino, más no quiso molestar a sus amigos con su problemática obsesión por el sueño.
-¡Malditos ladrones baratos! –magulló por lo bajo, perfectamente audible para la kunoichi.
-Eres un debilucho, mira que dejarse atacar por unos ladronzuelos.
-Ya veo que sigues siendo la misma mujer problemática de siempre –contestó mirándola con afecto- nos drogaron con té y luego nos hicieron explotar para robarnos dinero…Mendokusai.
-Es mejor que te roben dinero y no la vida, Shikamaru san –sonrió Temari con tristeza, haciendo énfasis en la frase como si de una cita se tratase.
Shikamaru sintió como si le hubiesen atravesado el corazón con una shuriken. El sentimiento de culpabilidad que lo había acompañado aquellos últimos cuatro años se apoderó de él hasta que temió no poder hablar.
-¿Cómo has estado? –le preguntó por fin tratando de darle un giro a la conversación. -Supe que ya no realizas tantas misiones como antes. Temí que te hubiera pasado algo.
-Sobreviviendo-Temari se quedó fría observándole –Ocurrió algo y tuve que dejar mi carrera shinobi por un tiempo.
Temari se giró y fingió arreglarse el pelo, cuando en realidad se enjugaba una lágrima.
-No lo puedo creer. ¿Una pausa? Imposible. Esa no es la Sabaku No Temari que conozco.
-La misma, versión mejorada, Shikamaru. De todas formas yo soy una jounnin desde aquel tiempo y no existen en Suna otro rango más alto. De hecho, el que ocupo ahora me da mucho más prestigio shinobi que el salir a exponer mi vida en cada pelea.
Shikamaru había recibido un golpe muy fuerte en sus costillas, específicamente su lado izquierdo, probablemente causado por la caída luego de la explosión. Intentó incorporarse y el dolor que sintió en el costado lo hizo gritar.
-¿Estás bien?
Sintió la mirada lastimosa de Temari sobre él y se sintió miserable. El dolor junto a la humillación le hicieron contestar algo que no estaba en su mente.
-Estoy excelente. Probablemente ya no entiendas que el dolor recibido en batalla es risa para un ninja. Ahora eres una persona importante e influyente y olvidaste el verdadero sentido shinobi, Temari. Pelear por lo que crees correcto es lo más loable del mundo y no hay dolor que detenga a quien tiene esto en mente.
El Nara se sintió morir al ver la expresión de dolor en el rostro de Temari. Antes de que le diera tiempo a disculparse, Aoi rompió la tensión que ellos habían provocado en el ambiente de la pequeña sala, incluso en Izumo y Kotetzu que ya habían despertado y saludaban a la Sabaku No con cariñosos gestos de la mano.
-Parece que sólo tienes dos costillas rotas, las cuales ya hemos reparado aplicando chakra. Sin embargo, necesitarass descansar y ver como evoluciona. El filo te perforó un músculo oblicuo y es lo que te causa el dolor. No podrías viajar así por que este tipo de lesión, si no se le da tiempo a sanearse completamente, se vuelve recurrente de por vida.
-Voy a arreglar que te quedes aquí por un par de días hasta que mejores, Nara –la oyó decir, ahora muy lejos de él –que descanses.
Quedarse en Suna era lo menos que quería Shikamaru en esos momentos. Estaba completamente seguro que después de lo que le había pasado cuatro años atrás y de lo que acababa de decirle, la Sabaku No jamás volvería a dirigirle la palabra.
Temari caminó cabizbaja hasta su despacho. Volverse a encontrar con él le había hecho recordar momentos dolorosos que creía haber olvidado hacia mucho tiempo ya. Tomó una tazfa del té que dejaban en los pasillos para todos los que trabajaban en el edificio, mientras seguía pensando en él.
Ella lo había amado desde que lo vio en aquel examen chunnin con su aire despreocupado y sin importarle si tomar el examen o no. En la primera ronda, le había ganado en un abrir y cerrar de ojos a una joven kunoichi muy hábil con las agujas. En la segunda, se enfrentó a ella y, por mucho tiempo pensó, que el hecho de que se rindiera había sido parte de una burla más a su vida como shinobi. El tiempo se encargó de demostrarle que su compromiso con su vida ninja, era mayor que su apariencia. Y ella, estúpidamente se enamoró.
Lo que había comenzado como una despedida normal entre ellos, aquella vez en que ellos se encargaron de los exámenes chunnin, terminó siendo el motivo de su estado actual. Ella se había preparado para partir a su aldea lo antes posible. Extrañaba ese lugar. Tras haber cerrado la puerta a la salida del hostal, la voz del hombre que le robaba el sueño la hizo exaltarse.
-¿Qué haces despierta tan temprano? –le había preguntado el Nara tras un sonoro bostezo- Todo el mundo duerme todavía.
-Tú… -ella había quedado sin palabras. Era bien sabido por todos el gusto del joven por el reposo y la pereza. El estar levantado tan temprano sólo podfría significar que se preocupaba por ella.
-No puedo estar fuera de mi villa por tanto tiempo – le había contestado la mujer- me imagino que me iré cuando acabe mis asuntos aquí.
-¿Sin ni siquiera tomar el desayuno?
-Encontraré una taza de té o algo por el estilo en el camino –contestó, pero su ego aún no estaba satisfecho con el giro de la conversación y se atrevió a enfrentarlo un poco- Entonces, ¿Qué estás haciendo tú aquí?
-Es problemático, pero se supone que soy tu guía la mayor parte del tiempo. Apesta, pero todavía es mi misión.
Temari sonrió. ¡Qué escusa tan patética, niño!
-Bien, has hecho un buen trabajo.
Al llegar a la puerta, Temari notó el plano aún más sentimental de la escena que pasaba a su alrededor, cuando el joven shinobi en cuestión le hizo la pregunta más tierna que había escuchado de él
-La próxima vez que te vea, será en los exámenes chunnin ¿cierto?
-Sí, ya nos veremos –trató de parecer fría más su cuerpo se detuvo por un instante. Necesitaba verlo. – Tienes que darte prisa y convertirte en un jounin. Deberías poder hacerlo rápido si dejas de decir “qué problemático” y te tomas las misiones en serio.
Fue patético, pero la mejor respuesta que ella pudo darle para no parecer desesperada. Lo escuchó decir “Mendokusai” una vez más. Sonrió y se marchó sin mirar atrás, si lo hacía se quedaba ahí.
Veinte minutos más tardes cuando el calor le azotaba la piel, se detuvo en un árbol en busca de sombra. Cerró los ojos y se dejó acariciar por la brisa mañanera. Debió hacerle caso al niño y desayunar algo. Sintió el calor de un aliento cerca al suyo respirar forzadamente.
-¡Demonios! Eres rápida…
Temari abrió sus ojos y se encontró con él, tan cerca que podía notar el palpitar de sus sienes producto del esfuerzo. Sin tener control sobre sus actos, llevó su mano derecha a la mejilla del joven shinobi en un intento de caricia, más bien un pequeño roce, suficiente para que él cerrara los ojos y ladeara su cabeza hacia aquella mano.