por Ume-chan Mar Jul 01, 2008 6:05 pmBien, este es un pequeño one-shot (obvio que es pequeño XD) de un personaje del fic, pero conocido sólo por las Ayanokouji, así que los demás no se preocupen. Nonohara Takai es el prometido que le imponen a Umy. Es un chico frío y manipulador, que no le interesan los sentimientos de la chica, sólo cree que debe cumplir con su deber. Pero tras todo esto, hay una triste historia. Espero que les guste
Takai
La residencia de los Nonohara siempre fue muy bella y amplia. Tanto que muchos de sus empleados acostumbraban a vivir en una residencia anexa especialmente para ellos, y vivían sus vidas como si el lugar fuera su propio hogar.
Al año siguiente del nacimiento de Takai, llegó una joven muchacha que se encargaría de cuidarlo, pues su antigua aya estaba demasiado enferma y anciana como para hacerlo. Esta chica sin embargo, ocultaba un secreto. Un embarazo de 4 meses que tiempo después no pudo seguir siendo ocultado
-Buenas noches, Chizuru-san – En la residencia de los empleados, el chofer saludaba a la chica. Sin darse cuenta, se sintió atado a ella tras descubrirla en un chequeo médico
-Buenas noches Kaoru-san – ella sonrió con cansancio y dispuesta a ir a su cama – Sabe, hoy me han sermoneado por haber ocultado mi embarazo, al fin lo descubrieron
Él sintió un dolor en el pecho al enterarse - ¿Qué ha pasado?
-Descuide, seguiré trabajando. Takai-obocchama se ha encariñado demasiado y yo también le he tomado aprecio – se inclinó - Es hora de que vaya a mi cama. Buenas noches
Dos meses después de haber sido descubierta, la joven comenzó con sus contracciones. En ese momento, ya mantenía una relación con Kaoru y él le acompañaba en todo momento. El parto fue duro, y acabó dando a luz a una niña, a la que llamaron Himeko.
Chizuru ahora debía encargarse de cuidar a su hija y a Takai, por lo que ellos estuvieron siempre en un profundo contacto. Cuando ya habían crecido lo suficiente como para tener conciencia de sus aprendizajes, la familia Nonohara comenzó a educar a ambos chicos en las tradiciones, sin dejar de lado sus conocimientos habituales.
-Vamos, Himeko, Takai-obocchama, su profesora de Sado ha llegado – dijo Chizuru
-Sado – suspiró el chico – Me parece que no consigo tomarle interés, sobretodo por esa mujer tan drástica.
-Hatakeyama-sensei es amable – sonrió Himeko tomándole la mano – Es que Takai-obocchama se niega a aprender correctamente. Ella dice que es altivo y orgulloso, pero que al menos honra a su familia – rió delicadamente.
-Ya te he dicho que sólo me llames Takai – el chico se avergonzó
-Lo sé, pero es difícil – entraron a la sukiya.
-------________--------____________----------------__________--------------
Himeko estaba próxima a cumplir 16 años. Asistía regularmente al Instituto, y a pesar de no destacarse totalmente, era feliz de acudir a él junto a Takai y cantar. Pero por dentro, comenzaba a entristecerse pues había oído rumores de que los padres de Takai buscaban una prometida para él – Si tan sólo pudiera decirle lo que siento, quizás las cosas serían diferentes, pero Hatakeyama-sensei me aconsejó que no me acercara.
-¿Qué no te acercaras a dónde? – Takai sonrió tras ella. Miró a Himeko cariñosamente tras verla junto a la ventana. El viento que soplaba movía el cabello de la chica dándole una imagen más hermosa de lo habitual.
Ella se sonrojó y comenzó a mover sus brazos ante el nerviosismo – No es nada, no es nada – volvió su vista a la ventana – Takai-obocchama…
-Quita el obocchama, siempre te lo digo, Himeko – se apoyó en la pared junto a la chica - ¿Qué ibas a decirme?
-Takai… yo – cerró los ojos e inclinó la cabeza – Nosotros hemos estado mucho tiempo juntos, ¿verdad?
-Desde que naciste
-Si, pero ahora, te graduarás y ya no podremos estar más tiempo juntos. Además… - ella lo miró fijamente – ¡Yo quiero estar siempre contigo!
Takai se sorprendió por las palabras de su amiga. Él sentía lo mismo que ella – Himeko. Seré sincero, te quiero, y no me separaré de ti pase lo que pase – la abrazó
Himeko sonrió y correspondió al abrazo. Había sido una sutil declaración por parte del chico, pero no esperaba mucho más dado su personalidad tan reservada.
Así comenzaron a salir, disfrutando cada vez más esas salidas donde nadie ni nada podía interrumpirlos. Pero Takai tuvo que comenzar a acudir a la universidad y la chica nuevamente se sumió en la tristeza por no verlo. Todo empeoró cuando el chico le anunció de un viaje que haría
-Himeko, lo siento, pero tendré que irme un par de meses de viaje a América – su rostro estaba apesadumbrado
-¿Me, me prometes que volverás o que al menos me llamarás? – puso su dedo meñique
-Esto es algo infantil – bromeó y le dio el dedo – Prometo que regresaré y cuando lo haga conversaré con mis padres. Sé que Hatakeyama encontró a ciertos interesados en casarme, los Ayanokouji. Incluso me darán el placer de elegir entre una de sus hijas, pero no lo aceptaré.
-¿Los Ayanokouji? – ella comenzó a llorar, abrazándose al chico – Esa familia es muy conocida, tus padres no aceptarán que te cases con la hija de una empleada.
-Tú no eres una simple empleada. Eres la chica a la que escogí para pasar mis días en este mundo – sus lágrimas amenazaban con salir – Pero confiemos en que todo saldrá bien – buscó en uno de sus bolsillos y sacó una pequeña caja – Ten esto, para que no me olvides. Este anillo perteneció a otras mujeres de mi familia, pero ya nadie lo usa, por lo que prefiero que esté contigo. Sé que lo cuidarás
------------_____________-----------------_____________--------------
-Himeko – su madre la llamaba desde la entrada - ¿No irás a despedirte de Takai-obocchama?
-Ah, no – ella observó su mano – No podría hacerlo, es demasiado doloroso, pero me quedaré con sus recuerdos
-¿Por qué hablas así? – Chizuru se preocupó – Él volverá pronto. Además, deberías sentirte alegre por él. Pronto se casará y seguirá protegiendo el apellido Nonohara.
-No es nada madre – suspiró. Notó que su madre ya se había adaptado perfectamente al lugar. Se transformó el alguien sumamente tradicionalista
-Descuida, Himeko, quizás ahora lo extrañas, pero también nos iremos de viaje a visitar a tus abuelos y allí te alegrarás – su madre sonrió y se marchó
-Takai…
“-Takai…
-¿Cómo llegaste, Himeko?
-El viento es rápido, te ha transmitido mi último aliento
-¿Qué quieres decir?
La chica comenzó a cantar, pero luego se detuvo – Lo siento… mi voz no llegará más a ti.
-¿Himeko?
-Adiós. Te amo”
Takai despertó de su sueño. La voz de la chica durante su canto fue realmente triste – Himeko…
El chico decidió regresar a Kyoto a pesar de que su padre intentó disuadirlo. Durante todo el viaje no dejó de recordar el sueño. Esas tristes imágenes se le venían a la cabeza una y otra vez, así como esa canción. Cuando regresó a su hogar, todo parecía normal. Buscó en la residencia a Himeko, pero tras no encontrarla, preguntó qué había pasado en su ausencia, dado que Chizuru y Kaoru tampoco estaban y en reemplazo del chofer, había uno más anciano.
-¿Kaoru, Chizuru y Himeko? – una de las empleadas se entristeció con la pregunta – Estas vacaciones, ellos decidieron ir de viaje a Osaka a ver a los padres de Kaoru-san, pero en su viaje de regreso, ellos tuvieron un accidente – rompió en llanto – Kaoru-san… él y Himeko murieron…
-¿Himeko? – Takai se sorprendió – Ella… no… ella no pudo haber muerto.
-Pero así fue. Lo siento – se marchó
Pasó un buen momento hasta que Takai reaccionó y se marchó a su habitación. En el escritorio reposaba una hoja, y el anillo que le había sido regalado a la chica.
“He tenido un mal presentimiento. Creo que si tengo este anillo por más tiempo tu madre podría regañarme y acusarme de ladrona. Así que cuando nos volvamos a ver, permitiré que lo pongas en mi mano. Te quiero
Himeko”
--------___________________------------------_____________----------------______
La música se escuchaba con tanta claridad que era dolorosa. El chico esperaba entrar en la habitación de Chizuru. Necesitaba hablar con ella.
-Takai-obocchama, es bueno verlo – ella intentó sonreír
-Himeko… - ella lo interrumpió
-¿Se querían no es así? Lo siento, Takai-obocchama, ya no podemos hacer nada, sólo rezar por ella. Pero, a pesar de toda esta tristeza, debemos seguir adelante, así que le pido esto: Olvídela y tome por esposa a una de las Ayanokouji.
-Yo, no puedo hacer algo así. Aún la quiero – él apretó el puño
-Demuestre que la quiere con esto que le pido. Ella no querría que usted se la pasara sufriendo toda su vida y menos aún que deshonrara a su familia en vano.
El joven ya no quería oír más. Le entregó el anillo a Chizuru, ella sabría qué hacer con él – “Tal vez, ella tenga razón. Espero que Himeko me perdone si no es así”
Con el tiempo, el chico se volvió más duro y frío. Cada vez que escuchaba una pieza de música se entristecía al recordar la voz de Himeko en el sueño. Sintió que no había nada por lo que luchar y decidió seguir con las órdenes de su padre. Finalmente acudió a la residencia de los Ayanokouji. Todas las chicas eran guapas, pero ninguna superaba a su antiguo amor. Intentó hablar con cada una de ellas, pero al final, sólo dos lo pudieron conmover.
“-Que dulce...-acarició el rostro de la chica - Capaz de sacrificarse por sus pobres hermanas. Resultó ser todo una heroína, Ume-sama-
-Es el mismo sacrificio que hace usted, porque para esto, ha dejado de lado mucho, ¿no?
-Eso es lo de menos...-desvió la mirada-Mientras sea yo quien al final tome la decisión, que más da si tiene que ser una de ustedes...- La chica realmente era inteligente, se enteró de sus sentimientos con tan breve conversación”
La hermana mayor de ésta, a pesar de no haberlo conmovido, dijo algo que desencajó su rostro:
“- Etsuko-sama nos dijo que tocabas el piano, ¿es cierto eso? - la miró fijamente
-Sí, eso es verdad. Amo la música-dijo con total seguridad y devolviéndole la mirada.
Él se sentó junto a la chica, pero manteniendo la distancia - Odio la música.
-¿Hablas en serio?... ¿Por qué razón?-su rostro estaba algo pálido.
-Simplemente no soporto aquello que llaman música. Para mi, no es más que una mezcla del sonido, y es aún más molesta cuando es cantada - sonrió para si mismo. A la vez una mirada misteriosa inundaba sus ojos - ¿Cómo podría gustarme cuando no canta Himeko? ¿Cómo podrían gustarme sus últimas palabras?”
-Me casaré con ella – concluyó al fin a Chizuru tras contarle lo sucedido – Es probable que su voz repare mi corazón.
Espero que les haya gustado
Ayanokouji Ume
Takai
La residencia de los Nonohara siempre fue muy bella y amplia. Tanto que muchos de sus empleados acostumbraban a vivir en una residencia anexa especialmente para ellos, y vivían sus vidas como si el lugar fuera su propio hogar.
Al año siguiente del nacimiento de Takai, llegó una joven muchacha que se encargaría de cuidarlo, pues su antigua aya estaba demasiado enferma y anciana como para hacerlo. Esta chica sin embargo, ocultaba un secreto. Un embarazo de 4 meses que tiempo después no pudo seguir siendo ocultado
-Buenas noches, Chizuru-san – En la residencia de los empleados, el chofer saludaba a la chica. Sin darse cuenta, se sintió atado a ella tras descubrirla en un chequeo médico
-Buenas noches Kaoru-san – ella sonrió con cansancio y dispuesta a ir a su cama – Sabe, hoy me han sermoneado por haber ocultado mi embarazo, al fin lo descubrieron
Él sintió un dolor en el pecho al enterarse - ¿Qué ha pasado?
-Descuide, seguiré trabajando. Takai-obocchama se ha encariñado demasiado y yo también le he tomado aprecio – se inclinó - Es hora de que vaya a mi cama. Buenas noches
Dos meses después de haber sido descubierta, la joven comenzó con sus contracciones. En ese momento, ya mantenía una relación con Kaoru y él le acompañaba en todo momento. El parto fue duro, y acabó dando a luz a una niña, a la que llamaron Himeko.
Chizuru ahora debía encargarse de cuidar a su hija y a Takai, por lo que ellos estuvieron siempre en un profundo contacto. Cuando ya habían crecido lo suficiente como para tener conciencia de sus aprendizajes, la familia Nonohara comenzó a educar a ambos chicos en las tradiciones, sin dejar de lado sus conocimientos habituales.
-Vamos, Himeko, Takai-obocchama, su profesora de Sado ha llegado – dijo Chizuru
-Sado – suspiró el chico – Me parece que no consigo tomarle interés, sobretodo por esa mujer tan drástica.
-Hatakeyama-sensei es amable – sonrió Himeko tomándole la mano – Es que Takai-obocchama se niega a aprender correctamente. Ella dice que es altivo y orgulloso, pero que al menos honra a su familia – rió delicadamente.
-Ya te he dicho que sólo me llames Takai – el chico se avergonzó
-Lo sé, pero es difícil – entraron a la sukiya.
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Himeko estaba próxima a cumplir 16 años. Asistía regularmente al Instituto, y a pesar de no destacarse totalmente, era feliz de acudir a él junto a Takai y cantar. Pero por dentro, comenzaba a entristecerse pues había oído rumores de que los padres de Takai buscaban una prometida para él – Si tan sólo pudiera decirle lo que siento, quizás las cosas serían diferentes, pero Hatakeyama-sensei me aconsejó que no me acercara.
-¿Qué no te acercaras a dónde? – Takai sonrió tras ella. Miró a Himeko cariñosamente tras verla junto a la ventana. El viento que soplaba movía el cabello de la chica dándole una imagen más hermosa de lo habitual.
Ella se sonrojó y comenzó a mover sus brazos ante el nerviosismo – No es nada, no es nada – volvió su vista a la ventana – Takai-obocchama…
-Quita el obocchama, siempre te lo digo, Himeko – se apoyó en la pared junto a la chica - ¿Qué ibas a decirme?
-Takai… yo – cerró los ojos e inclinó la cabeza – Nosotros hemos estado mucho tiempo juntos, ¿verdad?
-Desde que naciste
-Si, pero ahora, te graduarás y ya no podremos estar más tiempo juntos. Además… - ella lo miró fijamente – ¡Yo quiero estar siempre contigo!
Takai se sorprendió por las palabras de su amiga. Él sentía lo mismo que ella – Himeko. Seré sincero, te quiero, y no me separaré de ti pase lo que pase – la abrazó
Himeko sonrió y correspondió al abrazo. Había sido una sutil declaración por parte del chico, pero no esperaba mucho más dado su personalidad tan reservada.
Así comenzaron a salir, disfrutando cada vez más esas salidas donde nadie ni nada podía interrumpirlos. Pero Takai tuvo que comenzar a acudir a la universidad y la chica nuevamente se sumió en la tristeza por no verlo. Todo empeoró cuando el chico le anunció de un viaje que haría
-Himeko, lo siento, pero tendré que irme un par de meses de viaje a América – su rostro estaba apesadumbrado
-¿Me, me prometes que volverás o que al menos me llamarás? – puso su dedo meñique
-Esto es algo infantil – bromeó y le dio el dedo – Prometo que regresaré y cuando lo haga conversaré con mis padres. Sé que Hatakeyama encontró a ciertos interesados en casarme, los Ayanokouji. Incluso me darán el placer de elegir entre una de sus hijas, pero no lo aceptaré.
-¿Los Ayanokouji? – ella comenzó a llorar, abrazándose al chico – Esa familia es muy conocida, tus padres no aceptarán que te cases con la hija de una empleada.
-Tú no eres una simple empleada. Eres la chica a la que escogí para pasar mis días en este mundo – sus lágrimas amenazaban con salir – Pero confiemos en que todo saldrá bien – buscó en uno de sus bolsillos y sacó una pequeña caja – Ten esto, para que no me olvides. Este anillo perteneció a otras mujeres de mi familia, pero ya nadie lo usa, por lo que prefiero que esté contigo. Sé que lo cuidarás
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-Himeko – su madre la llamaba desde la entrada - ¿No irás a despedirte de Takai-obocchama?
-Ah, no – ella observó su mano – No podría hacerlo, es demasiado doloroso, pero me quedaré con sus recuerdos
-¿Por qué hablas así? – Chizuru se preocupó – Él volverá pronto. Además, deberías sentirte alegre por él. Pronto se casará y seguirá protegiendo el apellido Nonohara.
-No es nada madre – suspiró. Notó que su madre ya se había adaptado perfectamente al lugar. Se transformó el alguien sumamente tradicionalista
-Descuida, Himeko, quizás ahora lo extrañas, pero también nos iremos de viaje a visitar a tus abuelos y allí te alegrarás – su madre sonrió y se marchó
-Takai…
“-Takai…
-¿Cómo llegaste, Himeko?
-El viento es rápido, te ha transmitido mi último aliento
-¿Qué quieres decir?
La chica comenzó a cantar, pero luego se detuvo – Lo siento… mi voz no llegará más a ti.
-¿Himeko?
-Adiós. Te amo”
Takai despertó de su sueño. La voz de la chica durante su canto fue realmente triste – Himeko…
El chico decidió regresar a Kyoto a pesar de que su padre intentó disuadirlo. Durante todo el viaje no dejó de recordar el sueño. Esas tristes imágenes se le venían a la cabeza una y otra vez, así como esa canción. Cuando regresó a su hogar, todo parecía normal. Buscó en la residencia a Himeko, pero tras no encontrarla, preguntó qué había pasado en su ausencia, dado que Chizuru y Kaoru tampoco estaban y en reemplazo del chofer, había uno más anciano.
-¿Kaoru, Chizuru y Himeko? – una de las empleadas se entristeció con la pregunta – Estas vacaciones, ellos decidieron ir de viaje a Osaka a ver a los padres de Kaoru-san, pero en su viaje de regreso, ellos tuvieron un accidente – rompió en llanto – Kaoru-san… él y Himeko murieron…
-¿Himeko? – Takai se sorprendió – Ella… no… ella no pudo haber muerto.
-Pero así fue. Lo siento – se marchó
Pasó un buen momento hasta que Takai reaccionó y se marchó a su habitación. En el escritorio reposaba una hoja, y el anillo que le había sido regalado a la chica.
“He tenido un mal presentimiento. Creo que si tengo este anillo por más tiempo tu madre podría regañarme y acusarme de ladrona. Así que cuando nos volvamos a ver, permitiré que lo pongas en mi mano. Te quiero
Himeko”
--------___________________------------------_____________----------------______
La música se escuchaba con tanta claridad que era dolorosa. El chico esperaba entrar en la habitación de Chizuru. Necesitaba hablar con ella.
-Takai-obocchama, es bueno verlo – ella intentó sonreír
-Himeko… - ella lo interrumpió
-¿Se querían no es así? Lo siento, Takai-obocchama, ya no podemos hacer nada, sólo rezar por ella. Pero, a pesar de toda esta tristeza, debemos seguir adelante, así que le pido esto: Olvídela y tome por esposa a una de las Ayanokouji.
-Yo, no puedo hacer algo así. Aún la quiero – él apretó el puño
-Demuestre que la quiere con esto que le pido. Ella no querría que usted se la pasara sufriendo toda su vida y menos aún que deshonrara a su familia en vano.
El joven ya no quería oír más. Le entregó el anillo a Chizuru, ella sabría qué hacer con él – “Tal vez, ella tenga razón. Espero que Himeko me perdone si no es así”
Con el tiempo, el chico se volvió más duro y frío. Cada vez que escuchaba una pieza de música se entristecía al recordar la voz de Himeko en el sueño. Sintió que no había nada por lo que luchar y decidió seguir con las órdenes de su padre. Finalmente acudió a la residencia de los Ayanokouji. Todas las chicas eran guapas, pero ninguna superaba a su antiguo amor. Intentó hablar con cada una de ellas, pero al final, sólo dos lo pudieron conmover.
“-Que dulce...-acarició el rostro de la chica - Capaz de sacrificarse por sus pobres hermanas. Resultó ser todo una heroína, Ume-sama-
-Es el mismo sacrificio que hace usted, porque para esto, ha dejado de lado mucho, ¿no?
-Eso es lo de menos...-desvió la mirada-Mientras sea yo quien al final tome la decisión, que más da si tiene que ser una de ustedes...- La chica realmente era inteligente, se enteró de sus sentimientos con tan breve conversación”
La hermana mayor de ésta, a pesar de no haberlo conmovido, dijo algo que desencajó su rostro:
“- Etsuko-sama nos dijo que tocabas el piano, ¿es cierto eso? - la miró fijamente
-Sí, eso es verdad. Amo la música-dijo con total seguridad y devolviéndole la mirada.
Él se sentó junto a la chica, pero manteniendo la distancia - Odio la música.
-¿Hablas en serio?... ¿Por qué razón?-su rostro estaba algo pálido.
-Simplemente no soporto aquello que llaman música. Para mi, no es más que una mezcla del sonido, y es aún más molesta cuando es cantada - sonrió para si mismo. A la vez una mirada misteriosa inundaba sus ojos - ¿Cómo podría gustarme cuando no canta Himeko? ¿Cómo podrían gustarme sus últimas palabras?”
-Me casaré con ella – concluyó al fin a Chizuru tras contarle lo sucedido – Es probable que su voz repare mi corazón.
Espero que les haya gustado
Ayanokouji Ume
